lunes, 28 de enero de 2019

¿A QUE HUELE LA CRISIS TELEVISA DE MÉXICO?

    ¿A QUE HUELE LA CRISIS TELEVISIVA
DE MÉXICO?





      Llegó sudando; abatido ante la idea de quedarse fuera. Jadeando dijo - Tengo un "call back". Lamento llegar tarde, pero tuve filmación, sé que estoy tarde ¿Podrían dispensarme? - Los vigilantes a quien se dirigió ignoraban de qué se trataba y poco o nada de caso le hicieron al perturbado joven. ¡Un "call back"! ¡Una segunda oportunidad, o cada vez más cerca la idea de quedarse en alguna producción. Y sentí un sabor a cobre en el paladar. Estornudé.
              Recordé entonces, cuando aún era un anhelo abrazar la carrera artística, por qué nunca fui a ver un programa de TV, como uno de los más famosos: "Siempre en Domingo" y no encontré la respuesta. Nunca, ni siquiera lo intenté. Era entonces, la idea de que lo consideraba imposible... Eso fue... Probablemente.
                   Sí vi, buscando una oportunidad, con mucho miedo, cómo realizaban unos programas en Televisa Chapultepec: "Alegrías de Mediodía". Recuerdo vagamente haber visto a Marcela Rubiales ¿Quién recordará hoy a Marcela Rubiales? Recuerdan quizá a su padre; a don Paco Malgesto. Enmudecí y me fui de ese lugar, justo cuando, como conductora del programa, Marcela Rubiales le decía a su compañero que no sabía que hacer ante tanta petición de nuevos valores artísticos buscando una oportunidad. No salí aullando, porque estaba segura que obtendría una oportunidad, pero no era el momento. Era el tiempo que aun calzaba huaraches, costumbre de mi tierra calurosa y tropical. No me acostumbraba a otro tipo de zapatos. Contaba con dieciséis años de edad; ni siquiera podía elegir ropa, ya que, la que usé hasta ese entonces, me la confeccionaba mi mamá.

                   Pasado y debido el tiempo, tras muchas vicisitudes que no vienen al caso en éste momento, estuve en programas de televisión donde había público presente. No sé cómo es que se decidían a ir. Aquellas veces no era como los shows en vivo si había quorum o no, los nervios y la ansiedad eran las cámaras, las luces, los gritos de los directores de escena, la obsesión por lo perfecto. En fin, el público ahí estaba. Jamás antes, me pregunté por qué iban, si los trataban tan mal.

                    He sido testigo, infinidad de veces, al estar presente en la casa televisora, ver al público, en fila india, dirigidos por personas vestidas de negro, con gesto hosco, dando indicaciones de jamás abandonar la línea, si necesitan ir al baño, tendrán que coincidir mas de tres mujeres u hombres, para ser escoltados hasta el baño, e hiper vigilados. Hasta hoy, los imaginé entonces como una fila de judíos, y los vigilantes como la GESTAPO JUDÍA, porque si fuera la alemana, ahí los habrían aniquilado sin ningún ápice de piedad. 

                 Hace ya un tiempo que los programas que se requería de mucho público no están "al aire". Hace tiempo los quitaron. Los mal llamados "realities" (porque sólo presentan el show, y  no la vida completa de los participantes) programas de concursos de baile o canto, el público es llevado por los propios participantes. Yo estuve en uno de esos programas. Nos daban veinte boletos de entrada. No teníamos que venderlos, sólo repartirlos. En mi caso, y mientras me teñía las indiscretas canas, me sacó una lágrima el recuerdo de aquella vez. Yo, los regalaba a los demás participantes. Es decir, a ellos, a todos los demás, veinte entradas no les eran suficientes. A mí, nadie me iría a ver. Ni mi esposo. No dejaría el trabajo por ver una grabación de televisión, y a decir verdad, por el horario en que sería trasmitido, tampoco lo habría visto. Mi esposo es metódico en todo, y a las nueve de la noche se duerme; como si le desconectaran de la electricidad. De ahí, no tengo a nadie más. Nadie me buscó para pedirme boletos. Entonces todos sabían que a mí me sobraban. Me sobraban todos. Para que ninguno se molestara, los sorteaba, repartía, según la suerte se les diera, sólo uno, y al siguiente otro, y así sucesivamente hasta repartir los veinte. 

                  ¿Qué sucede hoy? ¿Las redes sociales? ¿La mala calidad en dichos programas? ¿El odio del pueblo debido a un presidente que culpa a las televisoras el hecho de no haber estado en el poder antes? No lo sé. La gente ya no va a ver cómo se graban los programas.

                         Ante ésta problemática, las producciones contratan agencias o personas para inviten público o quizá paguen, no lo sé. Pero sí he percibido el total y absoluto desinterés por ésto. ¿Qué pasó?

                           Una convocatoria para asistir a un casting. De algún programa. Algunas mujeres con un perfil de mujeres maduras. La invitación era mayor para gente joven, de hecho, con la cámara del teléfono celular era invitada la persona a decir que tenía determinada edad, y no la real, preferentemente más joven. Una papeleta con todo sus datos: nombre, edad, tallas, etc. Se pidió la guardaran, no importaba si quedaba arrugada o hecha bolas en cualquier lugar, no tenía que ser visible. Extraño.
                           La mujer que dirigía, sin escrúpulos a la fila india como los judíos de hace poco más de cincuenta años y ella como dirigente de la GESTAPO JUDÍA, apenas pudo ser amable al pedirles que pasaran al baño, realizaran sus necesidades, porque urgía la presencia de todos en un foro. Algunos, con mucha responsabilidad en su carrera, mentalizaban el cómo se presentarían, qué imagen darían ante la cámara que los captaría inquisitivamente, las emociones a flor de piel, los sueños se empezaban a cristalizar, y todo eso era mentira. Entrarían, ante el estupor de algunos, el ceño fruncido de otros, la alegría de otros tantos, a un set de televisión ya montado. Jamás se hacen los castings en un set montado, con luces, con cámaras, técnicos... No. Olía a rancio. 

                           No se cuántos se crisparon ante una verdad aplastante, bordada con mentiras. No es aceptable, de ninguna manera, engañar a gente que se dedica a la actuación, profesionistas, actores de profesión, que harán un casting como actores para llevarlos como público para un programa que quizá la gente, ya no quiere ver, ya no quiere ir... Ignoro si por el trato (como judíos) o porque simplemente no les interesa. 

                      El público en el teatro Kodack en la entrega de los Oscares, es bien sabido que, hay muchas personas que no son actores, ni invitados. Son contratados, y portan el vestido requerido para la ocasión, gran gala, por aquello que a algún actor tenga que dejar su butaca por alguna necesidad fisiológica, telefónica u otra emergencia. La persona contratada para tal caso, ocupa de inmediato la butaca. Jamás debe verse, en el caso del paneo de la cámara, una sola butaca vacía. Éstas personas, seguramente reciben un sueldo, no sé si justo o no, pero no los engañan. 

                                  A mi salida, viendo al pálido muchacho por su tardanza al "call back" le dije que no había "call back" de nada. Él comentó que había enviado un vídeo y que había sido aceptado. Estornudé, y me crispé al ver que ya no traía más pañuelos desechables... y el desquiciante sabor a mocos por poco me hace vomitar... a eso me supo la boca en ese momento... a mocos. 
LETY GREY.